Biografía de Federico de Barrenengoa Arberas

 

Federico de Barrenengoa Arberas nació en Amurrio el 18 de octubre de 1916.

 

Hizo estudios de Filosofía y Magisterio. Euskaldun berri , empezó a estudiar euskera con 16 años. Precisamente con el promotor de las Cooperativas de Mondragón, José Mª Arizmendiarrieta, compañero en el Seminario de Vitoria, dos cursos por delante.

Estuvo en los comienzos de la ikastola y de AEK, siempre trabajando en el entorno del euskera, en tiempos del franquismo.

 

Experto en Onomástica y Toponimia. Hizo muchos trabajos de investigación , sobre la toponimia de Ayala. Se dedicó a la recuperación de la toponimia vasca de Amurrio.

 

Estuvo en la primera reunión para este fin y hasta el final de sus días ha seguido tomando parte. Junto con la Comisión de Toponimia de Euskaltzaindia se ha dedicado a trabajos de consolidación de la toponimia de estos pueblos.

 

Escribió la biografía del alavés euskaltzale, de Okendo, José Paulo de Ulibarri.

 

Fue Bibliotecario de la Empresa de Firestone, de Basauri, hasta jubilarse.

 

El 20 de diciembre de 1979 fue nombrado Académico Colaborador de Euskaltzaindia, siendo miembro de la Comisión de la Biblioteca de Azkue.

 

25 años más tarde, el 17 de diciembre de 2004 fue nombrado Académico de Honor de Euskaltzaindia.

 

El 11 de diciembre del pasado año 2004, recibió la makila que le distinguía como Amurriano del Año

 

Sus principales trabajos publicados han sido:

 

                       El euskera de la Tierra de Ayala” 1976

        Onomástica de la Tierra de Ayala”. 1988

        Toponimia de la Tierra de Ayala” 1989

        Indice general y Etimologías de los apellidos y topónimos de la Tierra de Ayala”. 1990

        El Valle de Ayala, Tomo I: de la prehistoria al siglo XVI” 2003.

 

 Los cuatro últimos publicados por la Diputación Foral de Álava.

 

  Federico trabajó calladamente como investigador de la historia y de la cultura y aprendió a distinguir lo interesante de lo que no lo es, y más que todo a resaltar lo sustancial de lo menos importante. Aprendió a seleccionar los acontecimientos dando a cada uno de ellos su valor. Y no sólo a través de los libros y en los documentos, sino también mediante la observación de las actividades humanas del pasado y del presente en todo el mundo, en particular naturalmente en Europa, en Euskalherria, y por supuesto en Ayala y en Amurrio.

 

Conoció la Europa actual y la pretérita, muy particularmente, por lo que se desprende de su historia en todos los tiempos. Estudió sus lenguas, pues consideraba que la lengua no es únicamente expresión de la cultura de cada pueblo, sino también de su manera de ser, de pensar y de actuar. Este estudio lo realizó en las lenguas llamadas muertas y su validez real la pudo comprobar en las lenguas de hoy, que conoció desde el ruso hasta el portugués, y desde el inglés hasta el italiano, pasando por el francés y el alemán.

 

Con esta visión abierta escribió su primer tomo “El Valle de Ayala , desde la Prehistoria al Siglo XVI” . Contiene una amplia historia que trasciende los ámbitos del Valle de Ayala. Hay también en él mucha historia de Álava, de Vizcaya y de Castilla.

 

Pero no se limitó a realizar sus estudios entre las cuatro paredes de su casa. Dio a conocer los resultados de sus trabajos en bastantes charlas o conferencias, y, como la palabra hablada se suele olvidar con el tiempo, escribió igualmente diversos artículos en varias revistas, y sobre todo, publicó el citado Libro de El Valle de Ayala.

 

Anteriormente escribió tres tomos sobre la Onomástica de la Tierra de Ayala, de su antroponimia y su toponimia. Un trabajo que le llevó tres años de revisión de los libros del Registro Civil y de los libros parroquiales de las treinta y seis iglesias de la Tierra de Ayala y multitud de documentos. Luego contrastó la toponimia documental con la conocida por las gentes de nuestros pueblos que se la fueron ampliando muchísimo. No hay en este territorio un palmo de terreno por el que no haya pasado Federico con este motivo y para este objeto durante más de quince años, desde sus valles hasta sus cumbres, desde el Ganekogorta a la Sierra Salbada, de Norte a Sur, y desde Altube a Mena Menor, de Este a Oeste.

 

Es formidable la documentación oral que pudo recoger de personas mayores que le daban fe y ubicación de todos los términos. Mas tarde, de 1991-1992, actualizó la toponimia sobre el terreno, transcribiéndola a 60 mapas, de escala 5000, en que las líneas de nivel separan distancias de cinco kilómetros. Los términos que van situados en ellos no son ya apuntes en croquis de campo, sino fielmente ubicados en su topografía.

 

Hoy día este trabajo de toponimia que realizó se ha convertido en un tesoro, ya que se van perdiendo los topónimos a pasos agigantados y no quedan personas mayores que los conozcan.. De los 11000 topónimos que recogió, 9000 quitando las variantes, en los mapas quedaron reducidos a pocos más de 4000. En la actualidad no se conocerán la mitad de estos. Pronto no quedarán otros nombres que los de Santa Cruz, Babio, Aldama y otros de las altas cumbres o de barrios.

 

Más de uno de la ciudad solía preguntar a Federico qué tal le iba con los labradores de los pueblos y de los caseríos, tan cerrados como se supone que son. “De cerrados nada -contestaba- Poniéndose uno a su altura e interesándose por sus cosas son verdaderamente abiertos. Una buena parte de los mayores eran profundos filósofos que sorprendían con su conocimiento de la vida y la naturaleza, como pocos saben hacer. Los genes intelectuales y de voluntad que poseen son los que me explican a mí -decía Federico- cómo aldeanos del Valle de Ayala llegaron a sobresalir extraordinariamente en la América Latina y en España, en los más altos puestos de la colonización, de la política, de la administración, de los negocios”.,

 

Para su segundo tomo de El Valle de Ayala (inconcluso) tenía más de 700 fichas biográficas de personas notables y personajes ilustres del Valle de Ayala, incluyendo los de la Tierra de Ayala, Arceniega, Llodio y de la misma Orduña, que aunque nunca ha sido ayalesa sí ha estado estrechamente relacionada con la Tierra de Ayala, o, si se quiere , ha sido Ayala la que ha estado muy ligada a la ciudad de Orduña.

 

Finalmente, gracias a sus trabajos de investigación, realizados durante años, sobre la Genealogía de su apellido, pudo celebrarse la pasada primavera el Primer Reencuentro de los Barrenengoa que reunió en Amurrio a cerca de 200 personas, gran número de ellas venidas de otras localidades vascas (Bilbao, Llodio, Orduña, Santurtzi, Getxo, Eibar...), así como de ciudades de otras Comunidades (Alcalá de Henares, Madrid, Valladolid, Logroño) incluso de otros países (Argentina, Chile). La mayoría no conocía Amurrio, Onsoño ni el resto de Ayala.

 

Fue Federico el “anfitrión” para muchos amigos y familiares, a quienes con orgullo acompañó por su querido pueblo y por su amada Tierra de Ayala, mostrando sus rincones y dando a conocer su historia y su cultura.

 

Amurrio, a 31 de diciembre de 2005

María Jesús Barrenengoa Cuadra


 

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